Margarita Gutierrez Romero
Dos razones por las que la ciudad de San Cristóbal lucio vacía en la visita del Papa
La primera y que es una de las muchas
razones por las que el Papa visitó México, es porque el número de
católicos cada día va disminuyendo, en San Cristóbal han sido muchas las
iglesias cristinas que desde hace varios años se han venido
construyendo. El mismo presidente municipal tiene una iglesia que es de
su propiedad, “La Gran Roca”. No me adentrare en estadísticas en
relación al número de iglesias existentes en la ciudad.
La otra gran razón de que en muchas calles por las que paso el papamóvil, la ciudad lucio algo vacía, ha sido por las añejas prácticas racistas de muchos de los habitantes de San Cristóbal de Las Casas, “los Coletos”. Para muchos desde que se anunció la visita del Papa a Chiapas, y se mencionó que venía a la ciudad a encontrarse con los habitantes indígenas, indigno a más de uno, (de los coletos claro), y muchas fueron las reacciones, “¿cómo que viene a ver a los indígenas y nosotros qué?, también vivimos aquí”, “San Cristóbal no es de los indios vivimos muchos coletos aquí, ¿Por qué a nosotros no se nos toma en cuenta? Muchos otros señalaban que no asistirían a la misa porque sería solo para los indígenas y que, si no fueron tomados en cuenta, pues no asistirían.
Otros más sin más argumentos, aplicaron su
indiferencia a la llegada del Papa, prefirieron ver el evento desde la
tele, porque no quieran, ni querrán mezclarse con los indígenas, su
indignación va más allá de su misma fe.
El hecho de que los indígenas les dieran prioridad para el acceso en el lugar en donde se efectuó la misa, y en la misma catedral, indigno a más de uno, quienes no perdonaran estos actos de “discriminación” como muchos han señalado. El día de la llegada del Papa muchas fueron las quejas de la gran mayoría de los coletos, señalando que ahora ellos sufrían discriminación, porque se les dio lugares atrás de los indígenas, porque por primera vez, pudieron ver una escena, que para muchos mestizos fue un acto que insultaba a la gran mayoría de los sancristobalenses, y fue el hecho de que buena parte de los indígenas se les asigno una silla para estar en el evento de la misa, y muchos más tenían lugares privilegiados en la iglesia de la Catedral, mientras que ellos (los mestizos) se la pasaron parados y peor aun esperando y durmiendo en la calle, afuera del CEDEM, lugar donde se efectúo la misa.
Este acto no lo perdonan y no creo que lo perdonaran en mucho tiempo, porque su ser racista no puede aceptar que unas personas a las que siempre las han visto y tratado como inferiores, ahora en la visita del Papa, se les otorgara tantos “privilegios”, cuando siempre los han visto caminando debajo de la banqueta, sirviendo, atrás de las ventanas, como empleados y ahora no solo los vieron como sus semejantes, si no que a ellos les otorgaron lugares especiales, se tomó en cuenta, su cultura, su idioma, sus costumbres; eso es algo que muchos coletos lo han tomado como un gran insulto y todavía dicen con desdén, “síganles dando poder y después haber quien los para”, “la ciudad es de nosotros, si el Papa quería ver a los indígenas, debía de haber ido a sus comunidades”.
El racismo que se vive actualmente en la ciudad de San
Cristóbal, ya no está sustentado en la violencia física, como hace
muchos años atrás, cuando se abofeteaba a los indígenas o se les
arrebataba a golpes las mercancías que traían de sus comunidades. No ya
no, ese racismo, se ha trasformado, más no se ha eliminado, ahora el
racismo se manifiesta a manera de odio, de indiferencia, de intolerancia
hacia las culturas indígenas, y con esto no se quiere decir que no
exista la violencia, sigue existiendo, pero no tan abierta como lo era
décadas atrás.