Honorable Asamblea legislativa de El Salvador:
Reciban un respetuoso saludo de las comunidades indígenas de Nahuizalco y el occidente de El Salvador y los hermanos indígenas radicados en el exterior. Nosotros, los sobrevivientes del genocidio de 1932, como pueblos indígenas que nos resistimos a morir, con todo respeto MANIFESTAMOS:
Que en el contexto del noventa aniversario del genocidio de
1932, considerado este uno de los peores genocidios de indígenas en América
Latina, siendo éste un parteaguas en la vida nacional, nos preguntamos cómo en
nuestro país se sigue guardando silencio sin que el Estado salvadoreño busque
el esclarecimiento, la justicia y reparación a pesar de las recomendaciones del
Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de la ONU en este tema.
Cada año, hacemos homenaje a nuestros muertos y cada año, las osamentas de los
asesinados que fueron enterrados en El Llanito Izalco y otros lugares, salen
con las tormentas como una denuncia fuerte de que aún no tenemos justicia ¿es
que no somos seres humanos? ¿es que no somos salvadoreños?
Que, buscando el referido esclarecimiento, la reparación y
la justicia, hace tres años, interpusimos una demanda ante la Corte Suprema de
Justicia para que se investiguen los hechos, invocando el derecho a la verdad y
el derecho a la reparación tal y como se plantea en la jurisprudencia de la
referida Corte. Sin embargo, también la respuesta ha sido el silencio ante
nuestra demanda. Varios de los abuelos que apoyaron este esfuerzo, ya
partieron, pero los que quedan, que ya se acercan a los cien años, aún demandan
justicia junto con el resto de las comunidades indígenas.
En este contexto, de
cara al reconocimiento de los pueblos indígenas y la promoción de nuestros
derechos y considerando que el Plan Cuscatlán del presente Gobierno incluye una
Política Nacional de Pueblos Indígenas, respetuosamente PEDIMOS:
1) Que se promueva el esclarecimiento del genocidio de 1932 y que se apoyen procesos de reparación y justicia en la medida de las posibilidades y que se forme una comisión para esclarecer lo sucedido en 1932.
2) Aprobar la Ley de derechos de los Pueblos Indígenas y su implementación inmediata como un acto de buena fe, y la Ratificación e Implementación del convenio 169 de OIT, ya que El Salvador es prácticamente el único país en Centroamérica que no lo ha hecho.
3) La garantía y protección efectiva de nuestros derechos como el derecho al agua y los recursos naturales.
4) Apoyo a nuestras abuelas y abuelos adultos mayores con una canasta básica, un fondo solidario, y promoción del apoyo a la mujer indígena, la niñez y adolescencia indígenas y demás grupos especialmente vulnerables de los pueblos indígenas.
5) Apoyo a proyectos habitacionales para las familias víctimas del genocidio de 1932.
Finalmente, y considerando esto como algo importante,
queremos rendir homenaje a la memoria del Dr. Armando Bukele Katan (Que en Paz
descanse), padre del Sr. presidente Nayib Armando Bukele Ortez, quien, como
conocedor del tema, en repetidas ocasiones denunció el genocidio de 1932. El
Dr. Bukele nos apoyó en la aprobación de la primera Ordenanza de Derechos
Indígenas en Nahuizalco y gracias a ésta, continuaron ocho ordenanzas más en
todo el país. En general, siempre tuvimos su desinteresado acompañamiento a
muchas otras iniciativas en favor de los derechos de los pueblos indígenas, al
igual agradecemos a organizaciones como Techantit en la diáspora por su apoyo
incondicional en nuestra lucha y otras organizaciones mas.
Nahuizalco, 24 de enero 2022.
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A 90 años de la masacre los pueblos indígenas siguen siendo marginados y explotados
Por: Iván Escobar
Colaborador
Las poblaciones indígenas en El Salvador recuerdan este mes de enero, el 90 aniversario de la masacre indígena, ordenada por el dictador General Maximiliano Hernández Martínez, en 1932, que dejó una lesión grande en la comunidad ancestral. A casi 100 años del etnocidio, los abuelos y abuelas siguen reclamando sus derechos, resistiendo y luchando contra la marginación y explotación de la que aún son víctimas.
¡Hasta cuándo nos van a responder, si yo estoy muriendo! Es una frase constante que expresan los abuelos sobrevivientes del 32´ en cada encuentro que tienen, nos comparte Pedro Rodríguez, originario de Nahuizalco y experto en la temática, quien añade que estas expresiones dejan en claro que hay una deuda del Estado salvadoreño con el pueblo indígena, en pleno siglo XXI.
Las poblaciones indígenas sufren desde la colonización de estas tierras la represión, persecución y ataque constante a sus derechos. En 1833, las poblaciones indígenas de los Nonualcos se rebelaron contra el Estado y las familias del poder económico ante la explotación que sufrían con la producción del Añil, una fuente económica importante en la colonia, pero que para las poblaciones indígenas sólo representó violaciones a sus derechos.
De la mano de Anastasio Aquino, líder indígena nonualco, la resistencia se emprendió y elevaron su voz, a cambio el Estado, les persiguió y asesinó, los calificó de enemigos.
Un siglo después, en 1932, las poblaciones indígenas cansadas de ser explotadas, marginadas y perseguidas, se levantaron en el occidente del país en medio de la crisis económica y social de la época, a partir de la caída de los precios del café, y los problemas emanados por la expropiación de las tierra ejidales y comunales. Nuevamente el Estado, de la mano con el gobierno dictatorial de Martínez persiguió toda voz crítica y organizada, y los acusó de vínculos con el comunismo internacional.
Los líderes indígenas Feliciano Ama, Francisco Sánchez, junto a otros líderes locales de occidente, sumaron su resistencia y acompañaron aquella lucha, que también impulsaba el partido comunista salvadoreño, a través de Farabundo Martí, quien fuera capturado el 19 de enero de 1932, junto a los estudiantes universitario Alfonso Luna y Mario Zapata, posteriormente ejecutados por el régimen acusados de alimentar la insurrección.
La insurrección en la noche de enero
Las poblaciones indígenas libraron una lucha en diversas poblaciones del occidente del país, sabían que estaban en desventaja armamentista, pero tenían el coraje y la decisión firme de luchar por sus derechos. Aunque el gobierno de turno ejerció una persecución generalizada en todo el país, que llevó a muchos indígenas a ocultar su identidad, su origen y el náhuat lo dejaron de hablar.
El libro “El Salvador, 1932”, de Thomas R. Anderson, relata los hechos, en el capítulo séptimo, en el cual recuerda los acontecimientos acaecidos en las poblaciones de Juayúa y Nahuizalco. “Entre el 19 y el 21 de enero comenzaron a llegar a la capital noticias alarmantes. El gobierno, que había decretado el Estado de sitio, se dispuso a la defensa de la ciudad, concentrando a la guardia; pero estos esfuerzos, como los de los comunistas tratando de detener la rebelión, fueron hechos con timidez. El país caminaba como un sonámbulo hacia el desastre”, vaticinó el investigador. Y añade, que el líder indígena Francisco Sánchez, figura considerada por las autoridades militares de turno como “radical” y “agresiva”, representó un bastión fuerte en la resistencia. “…era un campesino pobre, tenía bastante ascendencia entre los de su raza, y cuando le convencieron de que se uniera al movimiento revolucionario, arrastró consigo a toda la comunidad”, registra Anderson.
En el sitio sagrado El Llanito, en Izalco, cada año se conmemora a las víctimas. Foto de Iván Escobar/Archivo.
Las represas una nueva forma de represión
Hoy en días las violaciones a los derechos de las comunidades indígenas no faltan, “en 1883 expropiaron las tierras a nuestros abuelos”, hoy la pobreza, marginación, y la explotación de sus recursos naturales son las nuevas formas represivas.
“Aquí en Nahuizalco tenemos todavía lugares para nosotros sagrados, que están invadiendo las represas. En nuestro territorio hay siete represas donde se han posesionado de nuestros ríos, nos quitaron nuestros ríos, nos quitaron nuestros territorios, porque muchos abuelos no tienen tierra, se las quitaron con engaño”, recuerda Rodríguez. Y lamenta que el Estado, las autoridades gubernamentales no se preocupen por las necesidades básicas de las poblaciones indígenas. “El salvoconducto que les entregaron (en 1932) era para masacrarlos, en este momento no sentimos que hayamos avanzado”, valora.
Tátul Tecpan Itzalco
Ante la conciencia de la humanidad; Ratificamos que:
Invocando el espíritu del creador y formador del
Universo nuestro señor Quetzalcuat
en cumplimiento a este mandato ancestral de armonía y equilibrio, estamos
comprometidos a seguir construyendo un mundo de paz, justicia y el buen
vivir con nuestra madre
naturaleza.
Aun seguimos en la búsqueda de la paz y la
armonía como pueblos indígenas a pesar del etnocidio / genocidio sufrido y nos
proclamamos por la implementación de nuestra Declaración de los Derechos de los
Pueblos Indígenas adoptado por las Naciones Unidas en Septiembre 13 del 2007.
Denunciamos las persecuciones y asesinatos de las
que han sido víctimas nuestros hermanos y hermanas, como defensores de la
Madre Tierra y hacemos un llamado a la comunidad internacional para que condene
estas atrocidades que lesionan la vida.
Ciudad Izalco, América
15 de agosto de 2012
LA REVINDICACION DEL MOVIMIENTO DE 1932
Declaración a los medios del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas al concluir su visita a El Salvador
Si nuestros ancestros hablaran nos dirian: Porque hijos permiten tanto silencio, acaso no somos su raiz, acaso no les dimos la vida, acaso no les ensenamos a ser valientes, acaso se apenan de su sangre?. Despierten hijos del maiz, despierten hijos mios, despierten hijos del colibri. Despierten...........
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