Wednesday, May 5, 2021

Carta abierta al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador

Carta abierta al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador

 

Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, México, 30 de abril de 2021.

 

Me dirijo a usted para expresar mi sentir con respecto al evento en el cual pedirá perdón, en representación del gobierno mexicano, por los agravios que sufrió el pueblo maya durante la Guerra de Castas, y según ustedes, para conmemorar además el fin de dicha guerra hace 120 años.

 

Hubiera querido hacerlo de manera personal, pero me entero, que dicha actividad será a puertas cerradas en el museo de Tihosuco. ¿Por qué no hacerla en algún centro ceremonial maya masewal?

 

Le indico que existe inexactitud, o intención deliberada tal vez de sus asesores, al ordenar conceptos y equivocar fechas.

 

El sitio que escogieron para hacer el evento fue una ciudad colonial y no el lugar donde comenzó la guerra, esta inició en Tepich, población vecina.

 

El gran levantamiento maya, conocido como Guerra de Castas, inició en julio de 1847, o sea, hace 174 años y nunca hubo armisticio, ni acuerdo de paz efectivo.

 

El 3 de mayo los pueblos y centros ceremoniales mayas masewales celebran a la Santísima Cruz y el 3 de mayo de 1901, tampoco fue el fin de la guerra, ni los mayas huyeron a la selva ante la invasión del ejército mexicano a Noj Kaaj Santa Cruz, actual Carrillo Puerto, ya la habían abandonado antes para continuar la resistencia desde la selva.

 

Los últimos enfrentamientos registrados y documentados, entre mayas y ejército mexicano, sucedieron en abril de 1933 en Dzulá y 1979 en Chemax. Los detonadores fueron esencialmente los mismos que motivaron el levantamiento maya en 1847: invasión e intento de despojo de su territorio al pueblo maya que se defendió e intentó frenar estas agresiones de extraños que eran apoyados por las fuerzas militares y de seguridad pública.

 

De ahí que resulte incomprensible que haya usted tomado la decisión de que los últimos tramos del tren que pasará por territorio maya sean construidos por el ejército, que lo administrará al igual que el aeropuerto que se hará en Tulum y que las ganancias que se obtengan con su funcionamiento se destinarán también al ejército, todo esto antes de querer resarcir los daños sufridos por el pueblo maya durante la conquista, colonización y la Guerra de Castas.

 

Debo decirle presidente que los recuerdos de la guerra en cuestión aún siguen presentes en la memoria de los abuelos y abuelas mayas masewales, no olvidaron la persecución y el exterminio padecidos, fueron los waches, soldados, los que lo hicieron bajo las órdenes de crueles jefes militares entre los que se cuenta al chacal Victoriano Huerta.

 

Al dirigir a usted estas líneas irremediablemente viene a mi memoria que entre 1992 y 2016, tres jefes del Vaticano pidieron perdón en diferentes países por los pecados cometidos contra los pueblos originarios incluido el maya peninsular, durante la invasión, conquista y evangelización. Pese a ello los adoctrinamientos, de la iglesia católica como de otras iglesias cristianas, siguen haciéndose hasta ahora sin respeto a la cosmovisión y espiritualidad indígenas.

 

Usted ha solicitado al gobierno español y al jefe del Vaticano que “pidan perdón por los abusos, crímenes y atropellos contra los pueblos originarios", en ocasión de que este año se cumplirán 500 años de la conquista de la antigua Tenoxtitlan, pero aún no obtiene usted la respuesta que desea. De nada han servido esas solicitudes de perdón dirigidas a aquellos que aún tienen enorme deuda histórica con los pueblos indígenas.

 

Al venir usted aquí a solicitar perdón como representante del gobierno federal, asume también que representa al Estado Mexicano heredero de todo lo negativo y peor del colonialismo y del neoliberalismo.

 

En este sentido, la deuda del Estado Mexicano es enorme y aún está pendiente de ser saldada, tan grande es esa deuda que para entender su magnitud hay que recordar que la legislación vigente, en éste y los demás estados-nación del continente, tiene como base las bulas papales alejandrinas que dividieron arbitrariamente el llamado "nuevo mundo" para obsequiarlo a España y Portugal.

 

Esa acción ocurrida hace más de 500 años marcó sin duda el destino de los pueblos indígenas pues legalizaron y justificaron la conquista y etnocidio padecido.

 

Ahora, con el argumento de que las tierras son "propiedad de la nación" se siguen cometiendo invasiones y despojos. Por eso, ahora se dan casos en los que se trata como invasores a quienes nacieron y viven desde hace mucho tiempo en la ruta trazada para que pase el llamado tren maya.

 

Así que no basta que el Estado mexicano pida perdón, pues existen todavía secuelas de la invasión, conquista y colonización que deben ser reparadas, entre estas los daños sufridos por los mayas durante la llamada Guerra de Castas.

 

Se requiere restituir, resarcir los recursos naturales, materiales y humanos de los que fue despojado el pueblo maya peninsular, pues gracias a ese despojo y al etnocidio padecido por los mayas varias élites regionales, nacionales y extranjeras aún viven en una opulencia criminal.

 

La construcción del tren en territorio maya, y otros megaproyectos similares impuestos en otras regiones del país como Oaxaca, van en el mismo sentido de invadir, despojar y destruir recursos naturales de los territorios indígenas.

 

La decisión de conmemorar también este año la consumación de la independencia resulta otra equivocación lamentable. Los pueblos indígenas de México han tenido participación decidida en todas las guerras principales que buscaban la Independencia, la Reforma y la Revolución, pero en ninguna obtuvo luego la restitución de lo perdido durante la conquista. En ese sentido, no hay mucho que pueda celebrar el pueblo maya.

 

Mucho más puedo decirle pero terminaré exigiendo que se detengan los proyectos en los que, como en el caso del tren, se invierten recursos millonarios que son necesarios para vacunar más pronto a toda la población del país, para impulsar suficientemente la agricultura indígena y campesina, fortalecer los sistemas de salud, de abasto de medicamentos y mercancías, la educación intercultural indígena; para resolver problemas de vivienda y atender temas urgentes como los feminicidios e inseguridad que lacera a los pueblos indígenas y a casi toda la sociedad.

 

Así que señor presidente, no basta con hacer una ceremonia para pedir perdón por lo ocurrido si se deja sin respuestas y solución los problemas señalados, se trataría de un evento demagógico más y de una nueva afrenta al pueblo maya masewal.

 

Weyanone’, aquí estamos

Jach maayaon, somos mayas

Kuxaanon, estamos vivos

 

Atentamente

Carlos Chablé Mendoza

Cronista de Noj Kaaj Santa Cruz Xbáalam Naj, actual ciudad

Felipe Carrillo Puerto.

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