The Guardian
Sábado 3 marzo 2018
Los DREAMERS deben ser protegidos, aunque nunca nos han protegido a los Pueblos Indígenas
Sábado 3 marzo 2018
Los DREAMERS deben ser protegidos, aunque nunca nos han protegido a los Pueblos Indígenas
Para nosotros que conocemos las Américas como La Gran Isla Tortuga de Abya Yala, DACA no es una crisis de inmigración, es una cuestión de derechos humanos
A medida que nos acercamos a la fecha del 5 de marzo para la expiración del estatus migratorio legal de los llamados DREAMERS - aquellos que vinieron a los Estados Unidos cuando eran niños y ahora caen bajo el estado de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia o DACA - nosotros como ciudadanos de las Naciones Originales de Pueblos Indígenas de este continente hemos estado observando muy de cerca.
Hemos lidiado con estos problemas desde que los primeros europeos cruzaron el Atlántico y pretendieron "descubrir" nuestro continente que bautizaron con el nombre de América, ya conocido por nosotros durante milenios como la Gran Isla Tortuga o Abya Yala. Desde que los Estados Unidos fue fundado en nuestras tierras en 1776, estas políticas y prácticas han tenido un impacto devastador en los territorios y con los derechos humanos de nuestras Naciones Originarias y nuestros parientes tanto al norte como al sur de las fronteras de los Estados Unidos.
Para nosotros, DACA no es una crisis de inmigración. Es una crisis de derechos humanos. Y los derechos humanos no pueden ser diferidos. Cada día aproximadamente 122 personas pierden la protección DACA. Esta política cruel castiga y traumatiza inmoralmente a jóvenes inocentes y sus familias.
Como Pueblos Indígenas, conocemos nuestra historia y conocemos a nuestros parientes. Muchos de los llamados "indocumentados" son, de hecho, miembros de Pueblos Indígenas, niños de las Naciones Originarias con una historia milenaria de peregrinaciones a través del continente para comerciar y cumplir con obligaciones culturales y ceremoniales en los sitios sagrados de sus territorios tradicionales - mucho más antes de que existiera los Estados Unidos.
La frontera entre Estados Unidos y México no es una frontera indígena. Del mismo modo, para los ciudadanos de la Nación Onondaga, integrante de la Confederación Haudenosaunee de las Seis Naciones, que los Europeo Americanos llaman los Iroqués, la frontera entre Estados Unidos y Canadá atraviesa nuestras tierras tradicionales que consideramos como una nación inseparable.
Dividir familias es algo que no podemos imaginar hacer a otros, porque históricamente hemos pasado por este dolor muchas veces a manos del mismo gobierno. Es por eso por lo que nosotros como Pueblos Indígenas apoyamos la aprobación inmediata de un Dream Act "limpio", y que definitivamente no debería estar vinculado a la financiación de un muro a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México al que las Naciones Indígenas nunca accedieron en primer lugar. Un muro agravará las violaciones de los derechos humanos y traerá una horrenda destrucción medio ambiental a los diversos ecosistemas del territorio fronteriza.
Nosotros, como Naciones Originarias, no queremos 'deportar' a la gente de nuestras tierras, de la forma en que hemos sido desplazados históricamente.
Cuando los primeros colonos europeos llegaron y tenían hambre, los alimentamos. Cuando tenían frío los vestíamos y cuando necesitaban un lugar donde alojarse les ofrecíamos hospitalidad en nuestro territorio. Y cuando avanzaron hacia la independencia en una confederación como país, los instruimos en nuestra Gran Ley de Paz.
Si realmente intentamos debatir el tema de la política de inmigración estadounidense, deberíamos comenzar en 1493 con la "Doctrina del Descubrimiento", una serie de Bulas Papales que declaran que las tierras no ocupadas por cristianos podrían ser reclamadas en nombre de los soberanos europeos de los exploradores. Lejos de ser una historia anticuada, la Doctrina del Descubrimiento hasta el día de hoy subyace la ley y las políticas relacionadas con los derechos territoriales y derechos humanos de los Pueblos Indígenas en todos los tribunales estadounidenses y en todo el continente. El racismo persistente sustentado por la doctrina es la verdadera "crisis constitucional" que se desvela ante nosotros diariamente, un síntoma de la crisis subyacente de la autodefinición del cuerpo político estadounidense que está enraizada en "experimento" estadounidense de la democracia.
Si bien la Constitución de los Estados Unidos dice que los tratados - como el Tratado de Canandaigua de 1794 con los Haudenosaunee, firmado por George Washington para los Estados Unidos - son la ley suprema del país, el gobierno de los Estados Unidos nunca ha cumplido con el prometido reconocimiento y protección de nuestros territorios ante la invasión ilegal de colonos. Sin embargo, cuando hemos buscado justicia en los tribunales estadounidenses por este robo ilegal de nuestro territorio, los tribunales federales se negaron a escuchar el caso, citando la Doctrina del Descubrimiento como precedente y afirmando que "sería demasiado perturbador" para las "expectativas justificadas" de las personas no nativas ahora viviendo en nuestras tierras.
Para ser claros, en nuestro caso legal, la Nación Onondaga explícitamente declaró que no queremos "deportar" a la gente no-nativa de nuestras tierras, en la forma en que nosotros hemos sido desplazados históricamente. Sin embargo, mientras que el gobierno EE. UU. alegaba que temían perturbar a nuestros vecinos no nativos, hipócritamente deportarían a jóvenes DREAMERS-Soñadores que crecieron en los EE. UU., sin importarles la perturbación de sus vidas y sus familias.
La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (DDPI) proclama:
“Los pueblos indígenas, en particular los que están divididos por fronteras internacionales, tienen derecho a mantener y desarrollar los contactos, las relaciones y la cooperación, incluidas las actividades de carácter espiritual, cultural, político, económico y social, con sus propios miembros, así como con otros pueblos, a través de las fronteras.”
En el espíritu de responsabilidad de ser Guardianes de la Madre Tierra para las generaciones futuras, hacemos un llamado al liderazgo de todos los sectores de la sociedad para que cumplan con los ideales de la democracia y la decencia, de los derechos humanos y la justicia y actúen de inmediato para proteger a los DREAMERS y sus familias, y reconociendo, respetando y garantizando la dignidad básica y los derechos humanos inherentes de todos los pueblos, incluido el derecho en igualdad de los Pueblos Indígenas a la libre determinación.
Nadie es ilegal. Los derechos humanos no pueden ser deferidos.
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